viernes, 9 de mayo de 2014

Cosas la mar de simples

Siempre suceden cosas. Puede que te des cuenta más o menos de ellas. O simplemente que le des más o menos importancia.

A veces cosas buenas, otras malas, que nos ayudan, que nos entristecen, cosas que nos enturbian, que nos confunden, que nos traicionan… cosas que simplemente rehacen nuestra vida, le dan un giro de cualquier grado y sentido. Cosas que de un día para otro pasan de ser rutinarias a especiales, que nos envuelven en una nube de recuerdos… que nos transportan a recovecos de nuestra mente, de los que ya no teníamos constancia de que aún existían o, de que habían existido alguna vez. Cosas que nos hacen decir que la vida es injusta, que nos parten el alma o que incluso nos llevan a querer dejarlo todo atrás, que nos eliminan todo sentimiento, o al contrario, cosas que nos hacen sentir millones de ellos. Son cosas que nos hacen recapacitar y nos enseñan, de alguna manera, a vivir aprendiendo de ellas. 

A veces cosas simples, detalles pequeños, marcan más a largo plazo que cosas complicadas. Decidir, por ejemplo, si compras un piso, es una cosa complicada, pero es una decisión, una sóla. Pero quizá son muchas decisiones simples que a veces sin darte cuenta has tomado lo que te ha llevado a necesitar o pensar en necesitar un piso: aquella vez que sin querer pasaste por aquella calle y viste el letrero, el día que aprobaste aquella asignatura y acabaste la carrera un año antes... y todo eso hace que ahora estés decidiendo algo grande.

En definitiva, toda aquella cosa que suceda en la vida de alguien es, a su vez, un momento que la forma, pues la vida se compone de pequeños cachitos de momentos en los que suceden cosas que, con los años, vamos uniendo y encajando como piezas de un puzzle: el puzzle de nuestra vida. En realidad tú decides que pieza montar o unir a otra, tú eliges en qué lugar quieres colocarlas… Decides tú y nadie más.

Lo único que aprendes tras ir creando el puzzle es que, tras pasar por tantas cosas y tantos momentos, sólo puedes llegar a la conclusión de que, la vida es injusta, sí… es buena, mala, melancólica, vengativa, inesperada, frustrante, y muchas veces todo junto… es cualquier cosa. Pero es lo que nos toca vivir, o lo aceptas o lo aceptas... No hay otra salida.

Ya sabes, dicen por ahí que hay que ajustarse a la vida pero la vida no es justa con nosotros. Lo único que sé es que gracias a todas las cosas y momentos del puzzle de mi vida, he aprendido y sé cosas que antaño jamás hubiera imaginado que pudiera llegar a conocer y que hoy en día me han hecho ser tal y como soy. Las personas que me conocen dicen que no he cambiado mucho, y que sigo siendo igual de sensato que antaño, lo cual me agrada.

Por ello cada cosa que me suceda es, para mí, lo más preciado en el mundo, tanto como si es buena como si es mala… (hay cosas malas que no son preciadas, quizá sea el destino). Son momentos y duran poco sí, pero los recuerdos que se quedan tras ellos no se borran nunca…


"La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento"


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